No existen encuestas más fieles a la realidad, que reflejen la opinión popular, como las que se llevan a cabo entre los usuarios del transporte público o con los taxistas que recorren cada día las calles del país.
¿Legalizar las drogas? La pregunta reflejó el pavor en el rostro de Nazario Díaz, un chofer cuyo hijo de 16 años acaba de traer desde Nueva York, para intentar desprenderle del hábito de consumir drogas al calor de los abuelos.
Lo terrible fue, según el padre, cuando el joven robó a los ancianos para comprar el producto. Este es sólo un ejemplo. Los múltiples actos de violencia que acompañan el acontecer cotidiano están precedidos en su mayoría por ingerencia de bebidas alcohólicas, o sustancias sicotrópicas y narcóticas.
Según datos publicados por la prensa nacional, “el 34% de los 732 asesinatos relacionados en forma directa con la delincuencia tuvo su origen en las drogas”.
Figuras de las filas castrenses en el país han sucumbido ante las ganancias obtenidas por el tráfico ilícito, sin considerar los estragos que van quedado a su paso.
¿Cuán preparada se halla la población para enfrentar una legalización de este tipo, si desde las escuelas mismas, que es donde debe iniciarse la educación temprana para conocer las consecuencias de la drogadicción, el sistema educacional falla?
Se habla en el caso de la despenalización de variar el trato a los adictos y verles como enfermos, no como parias, conduciéndoles por sendas de rehabilitación. Eso intenta hacer el chofer de este relato, pero los gastos en la salud pública son excesivos y en general, tampoco hay un sistema que enfrente tal situación.
E padre se pregunta cómo haría si su muchacho pudiera conseguir marihuana o coca en el colmado más cercano a la casa.
¿Si en unos diez meses los narcos mataron más de 250 personas, qué país tendremos en lo que se acostumbren los actores a no acceder al comercio clandestino y a perder el morbo de “lo prohibido”? ¿Mejoraría la seguridad en las calles y barrios de la República Dominicana?
Sería muy bueno pensar detenidamente y enfocar con objetividad un asunto tan delicado y peligroso para la estabilidad institucional, incluso.
