Santiago.- Niños harapientos, muchos de ellos desnutridos y raquíticos, junto a adultos de nacionalidades haitiana y dominicana, se disputan con los animales, los desperdicios alimenticios y otros objetos de valor que son arrojados diariamente en el Vertedero de Rafey de está provincia del norte del país.
Los menores, acompañados muchas veces de sus padres, con edades entre 3 a 16 años, escarban los desechos sólidos y el lodo para buscar comida que les permita subsistir, así como metales y otros artículos que luego puedan vender.
Hace dos semanas que el niño Ramón Antonio Toribio, de once años de edad, murió luego que quedara aplastado junto a otros compañeritos que buscaban metales y alimentos entre los desperdicios que descargó un camión compactador en el basurero.
El pastor Pablo Ureña, presidente del Programa “Niños por una Esperanza”, dijo que hace poco visitó el vertedero y pudo darse cuenta de que todavía los menores trabajan en el lugar, pese a la muerte de Toribio, sobre lo cual solo se investigó, pero no se ha dicho nada.
El religioso refiere que ha recibido amenazas porque ha sido un crítico permanente del mal manejo que se le da al vertedero, donde no hay ningún tipo de vigilancia y cuidado con las personas, principalmente, niños que diariamente acuden a ese lugar a reciclar la basura.
En ese contexto, Ureña explicó que ha asumido la responsabilidad de ayudar a los niños que trabajan en ese lugar como una vocación y advirtió que nadie lo va a detener, porque se siente comprometido con la niñez.
Asimismo denunció que desconocidos lanzaron desperdicios frente al local que aloja el programa que dirige a favor de la niñez y que anteriormente habían vertido materia fecal.
Ureña comunicó que esas acciones buscan amedrentarlo por su posición firme sobre el manejo del basurero y porque ha rescatado a decenas de niños buzos de ese lugar a los cuales les ofrece alimentación, educación, recreación y servicios médicos.
“Hacemos un compromiso con este mandato divino de Dios de que los adultos tienen que defender y proteger a los niños y adolescentes del cual no desmayaremos”, expusó.
De su lado, epidemiólogo Aulio Collado Anico dijo que ese vertedero tiene que ser trasladado con urgencia porque está ubicada en una de las zonas de mayor densidad poblacional de Santiago.
El médico criticó la apatía y la indolencia del síndico José Enrique Sued y dijo que la contaminación de ese desecho cloacal no sólo afecta a las personas que acuden a él diariamente a remolcar desperdicios, sino también a la mayoría de los habitantes de esta ciudad, sobre todo a los que viven en su cercanía.
También consideró como penoso verlos y refiere que eso es un retrato vivo del nivel de pobreza que afecta a muchos dominicanos, siendo los más perjudicados los niños y las mujeres y de la indolencia de las autoridades del Gobierno Municipal y Central.
Teresa García Rodríguez, del sector La Mosca, un barrio de Santiago ubicado en el mismo corazón del vertedero, rebusca diariamente entre escombros y desperdicios junto a sus cuatro hijos de tres, cuatro, cinco y ocho años.
"Soy una madre viuda y muchas veces no tengo dinero para comprar alimentos y vengo con mis hijos aquí, donde siempre aparece algo que mata el hambre", afirmó.
Dos trabajadoras sociales que prestan orientaciones a las personas que pernoctan el basurero de Rafey trataron de convencer en vano a la mujer para que no les diera a sus hijos trozos de sardinas que encontró en varias latas.
El médico Collado Anico indicó que el basurero se ha convertido en una gran tragedia para los habitantes de los barrios que los circundan.
Y es que a ese estercolero van a parar también desechos clínicos que las mismas personas, especialmente menores manipulan, exponiéndose a contraer un sinnúmero de enfermedades.
Sin embargo, otras personas que viven en el área de influencia del vertedero, tienen opiniones distintas a los sectores que plantean su clausura y traslado a otro lugar.
Para Carmen Santos y Pedro Moronta, gracias al vertedero, muchas personas que no tienen trabajo pueden subsistir.
"La contaminación nos está matando, es verdad, pero también los pobres estamos viviendo de muchas cosas buenas que los ricos tiran aquí creyendo que están malas”, dijo Carmen Santos.
El presidente de la Federación de Juntas de Vecinos de los barrios aledaños a vertedero, Cornelio Alcántara, pidió el traslado del vertedero, ya que está ubicado en una zona donde habitan cerca de 300 mil personas.