La vulnerabilidad de niñas y niños en Haití frente al tráfico y trata, crímenes preocupantes antes del terremoto, descubre la ineficacia nacional e internacional, para dar un mínimo de protección a una población en constante riesgo por las condiciones de indigencia y miseria en que viven.
Se habla de indefensión, hay denuncias, historias de vida recreadas, estadísticas asombrosas, y la práctica lejos de disminuir, aumenta, mientras una élite de personas “expertas” pasean el mundo en el glamour del reconocimiento, sin acercarse a la realidad de esta niñez.
Hasta ahí llegan las acciones, documentadas en la intimidad con los ordenadores, como si ese fuera el último peldaño de la “estrategia” que termine con el delito. Porque el paso en el que se apresa, traduce a la justicia y sanciona, no llega. Y hay leyes presentadas por importantes funcionarios y funcionarias en discursos emotivos, que comprometen hasta su quinta generación para cumplirlas.
El malvado fallo social, hace pensar en una especie selectiva, encumbrada sobre la experticia, que por nada del mundo dejaría su estatus privilegiado para ver resultados, tácitamente cómplices del “bajo mundo” en que se mueven los mecanismos represivos, donde debiera llegar la eficiencia del sistema de protección, con el final feliz del descabezamiento de los grupos delincuentes.
Es cierto, la paciencia expectante, la posibilidad de asombro y la capacidad de sentir dolor ajeno, se agotó proporcionalmente al aumento del “tigueraje” institucionalizado y casi nadie se atrevería a negar el cinismo insolente de funcionarios/as de aquí y/o de allá.
Es ahí donde, creyendo enmendar algo, aparecen analistas que filosofan fortaleciendo mitos y mentiras, engallados por la abundancia de la bruma que nos cubre.
La semana pasada, hubo concomitancia de mensajes noticiosos como que, el motoconcho es el vehículo nacional en que se trafican menores desde Haití; la UNICEF dice que 2,000 niños y niñas haitianos son traficados al país cada año y que impedirá el tráfico de menores indocumentados; en Dajabón cada vez que hay mercado binacional “dejan pasar” menores en la confusión; las autoridades son cómplices; misionera estadounidense acusada de secuestrar menores en Haití, con historial de demandas en su país, preparaba un refugio en la costa norte dominicana donde la parroquia del lugar le alquiló local.
Y la mejor de todas,en asociación a la importancia que se le da a la niñez por aquí, ¡Julio Romero será nuevamente candidato a diputado por el PRD! Lo que les decía, una chapuza, pegote o empanada mental. Esa es la moral reivindicada.