Todo el que me conoce sabe que como periodista y como ciudadano he asumido con responsabilidad mi militancia política; desde siempre he tenido carnet de militante.
Muchos piensan que esa ha sido una limitante para desarrollar en Santiago mis capacidades y talento como periodista, por las puertas que se me han cerrado, más cuando uno asume lo que piensa y hace sin importar las consecuencias, sólo apegado a mi verdad, a mis creencias.
El precio que he pagado por ello lo asumo con dignidad, si algún lamento o queja tengo, es el sacrificio que por mi posición han tenido que pagar mi familia, mi mujer y mis hijos.
Diferentes situaciones he vivido, como aquella en que una gobernadora de Santiago desató una persecución y amenaza en mi contra, fue en los últimos gobiernos del extinto Joaquín Balaguer. Se apersonó la gobernadora con guardias a mis oficinas, de forma amenazante e intimidatoria. El doctor Peña Gómez ordenó a la dirigencia de Santiago que me defendiera y asumieran mi defensa.
De ello se ocuparon en la fiscalía, los doctores Héctor Gruñón Moronta y Carvajal Martínez.
Una situación similar se presentó hace meses, sólo que la amenaza y agresión fue en mi residencia, delante de mis hijos pequeños y mi esposa. El agresor fue un regidor y dirigente del PRD. Partido al cual le he dedicado todos mis años y esfuerzos.
El regidor Marino Brito se sintió aludido por un artículo que publicara en el periódico La Información, el 22 de agosto de 2009, donde critiqué su escogencia como vocero del bloque perredeísta por su complacencia y complicidad con el síndico José Enrique Sued.
El regidor Marino Brito se presentó con dos guardaespaldas en horas de la mañana, vociferando improperios y amenazándome de muerte ante la presencia de mi esposa y mis cuatro niños menores de edad.
Fue a mi casa con desconocidos armados de pistolas diciéndome que si no rectificaba el artículo que escribí en La Información “El PRD y el Ayuntamiento de Santiago”, me iba a matar, aunque él no llegue a ser diputado”.
¡Ya el PRD lo eligió como candidato!
Yo presenté denuncia en la policía y una querella formal ante la fiscalía de Santiago. He recibido por respuesta el silencio. Y a la fiscal de Santiago se le hacen reconocimientos por su buen desempeño. ¡Qué bien!
Pero más lacerante resulta, que a pesar de haber entregado una carta y un expediente explicativo sobre la situación a la Comisión de Disciplina del PRD, he recibido por respuesta el silencio cómplice de los mandos de dirección. Ni una contesta he merecido.
Yo, que apuesto a un nuevo PRD, a una forma diferente de hacer política, decente, creíble, me siento decepcionado. Más, cuando a ese regidor se le ha dado por premio su postulación a diputado, e incluso ha escenificados otros escándalos de amenaza y trifulca.
Mas, cuando incluso el celular que me arrebató se quedó con el, y como una burla ni lo ha entregado.
Pero peor aún, yo sigo siendo amenazado y perseguido. Al frente de mi casa se estacionan vehículos sospechosos.
¿Qué hago? ¿A quién recurro?
Hago esta reflexión pública, hago esta advertencia, no por temor, sino por una razón fundamental, la peligrosidad de lo denunciado. La peligrosidad de que hacia ese norte se dirige el ejercicio político dominicano. Y los que hemos estudiado, los que sabemos algo de historia conocemos que los países que han trillado ese camino han terminado mal muy mal.
¡La política hay que adecentarla!
El autor es periodista
Frontera25_@hotmail.com