Las familias dominicanas siguen esperanzadas con que el año que ya transcurre en su segundo mes, mejore desde el punto de vista económico, cesen los asesinatos, se anule la violencia en las calles; terminen los abusos contra menores y los maltratos a las mujeres, etc.
Muchos invocan el “fin de la pesadilla”, del narcotráfico y que acabe de aparecer algo de luz racional en lo que semeja una telenovela interminable, entre cuyos protagonistas figuran los nombres de José Figueroa Agosto y Sobeida Féliz Morel.
Algunas personas confiesan públicamente que sus plegarias no sólo están dirigidas al bien y la protección individual de sus familiares y amigos, si no, además, por el peligro que enfrenta esta sociedad ante la vulnerabilidad de sus leyes, hasta las esenciales, que significan conducir, andar o, sencillamente, avanzar por las vías.
Hay desorden en un tráfico, donde los uniformados desafían a los semáforos “inteligentes” y multiplican el caos…
Encima, se inicia una campaña electoral, a la cual se le otorgan cientos de millones, con miras a las elecciones congresionales y municipales, y la calificación o consideración de muchos especialistas la sintetiza como el “proceso más complejo en la historia de las elecciones dominicanas por todos los nuevos cargos electivos que se agregan para esta ocasión y el sistema de elección”.
La opinión pública coincide en que hay ausencia de liderazgo…hace mucho rato.
Y a todas estas, Haití sigue siendo esa espina clavada en el corazón, por pena y porque se vive con la incertidumbre de cuándo, cómo y de qué manera podrán solucionarse los problemas angustiosos del vecino pueblo que, en definitiva, afectan aquí, no sólo por las incontrolables estampidas a través de la frontera, sino por las consecuencias que todo esto entraña y más…