La República Dominicana, así como los países llamado del tercer mundo yo en vías de desarrollo; deberán, tanto desde el gobierno de turno como los partidos políticos y sus legisladores (de ideas progresistas), plantearles a los ciudadanos(as) y a sus votantes sin tapujos, ni prejuicios, una situación- cuasi normal-que ocurre desde que prácticamente el mundo existe.
¿Dónde está la sorpresa? ¿Tampoco es moda ni de modo alguno “novedad”?
Sabemos que de las preferencias sexuales habrá que hablar en algún momento…
Aunque imagino que este tema-tabú no estará en la agenda actual de los y las candidatas a cargos legislativos dominicanos(as), pero es una cuestión que muy probablemente les toque abordar antes de que finalicen sus mandatos en el Congreso, en el 2016.
Antes, que los señores de las Iglesias y, quizás, algunos de los y las ciudadanas de todos los partidos políticos se escandalicen con esta opinión personal. Debo decirles que es cuestión de tiempo y lo sabemos. Como también lo será el Artículo 33.
Una relativa mayoría de nuestra comunidad de hombres y mujeres, han optado por una elección sexual, ser: homosexuales.
¿Qué pretexto moral, religioso, social, de derechos humanos, tenemos los heterosexuales de negarles su legítimo deseo? Los tienen. Como tienen deberes de votar y de ser elegidos(as).
Deben seguir invisibles a nuestra vista: ¿homofobia?
¿Acaso no es peor hacernos los ignorantes ante una realidad de todos(as) conocidos admitir en silencio, que, sí hay personas con una doble vida, para los puritanos una doble moral?
No, nos detenemos a pensar que mientras a las mujeres nos celebran y celebramos el “ocho de marzo”, hay muchas que no tienen más que unirse al carnaval festivo. Sencillamente, porque su ser, su yo, no es femenino. Otras, en cambio acuden a las actividades y actos, así, como a restaurantes, reciben los regalos y las flores a sabiendas que su “marido” lo hace como un simple cumplido social.
No sé, si el Departamento de Estadísticas u otras organizaciones, disponen de alguna cifra: ¿Cuántas mujeres han sido y siguen engañadas en sus sentimientos, como ser humano y, como mujer, madre y esposa?
¿Y qué de ellos…? ¿Ustedes creen que son felices fingiendo lo que no son?
Todo para que no haya una “cruzada mediática” de consecuencias impredecibles. Una burla nacional que nuble la objetividad y la realidad, oculta o casi-oculta.
Ya es hora señores y señoras de seguir evitando los temas “caliente” porque los tenemos en nuestro entorno. Es cierto, que aún no estamos preparados culturalmente, lo que nos predispone sino a la intolerancia con este colectivo, a lo homofóbico.
¿Quién no tiene un amigo ó amiga, un familiar, un vecino ó un compañero de trabajo que es homosexual?
No atender u obviar la coexistencia de situaciones diferentes aunque paradójicamente cotidiano y, que forman parte de nuestra sociedad: trabajan, estudian, pagan impuestos, contribuyen a la riqueza del país.
Amparándonos en creencias y de lo que es ético o no, nunca visualizaremos con justeza y claridad. Y que, probablemente, esto haya retrasado que los homosexuales hagan valer sin complejos su decisión sexual públicamente.
De todas formas, la última palabra es eminentemente del Estado. Pero, para ello se requiere del consenso de todos(as) y, por supuesto, de las y los afectados para que las leyes apuntalen su situación en tal sentido.
Por último, ni se me ocurre “tocar” el matrimonio gay. Pero sería un reconocimiento para los homosexuales con tan sólo dejar de aparentar y vivir lo que no son ni nunca serán…
Madrid-España.