El Consejo Nacional para el Cambio Climático y la Plataforma de Sociedad Civil homónima se han referido a los resultados de la recién finalizada Cumbre de Copenhague; y es grande la preocupación por una vulnerabilidad y pobreza, ante las cuales son pequeñas las medidas que demandan a los países de mayores emisiones de gases, para que realicen inversiones necesarias en pos del progreso de los más pobres.
Para nadie es un secreto que el cambio climático “es un fenómeno resultado de las actividades humanas que amenaza a toda la humanidad”, amén de que el universo se convulsiones periódicamente por sí mismo: agredido, lo hace con mayor frecuencia y urge buscar soluciones inmediatas.
Mientras una parte de la ciencia intenta descubrir: ¿quiénes somos?,¿de dónde venimos?, ¿qué otra vida existe en el universo”… etc., las esperanzas cifradas en la cita de Copenhague y su fracaso profundizan el descontento y la falta de confianza. La madre tierra sufre y cobra los desafueros. En 2010 se conmemora el “Año Internacional de la Biodiversidad”, período en el cual deben multiplicarse los objetivos para detener la pérdida de la diversidad y la extinción de especies.
Ya es hora de que se hable, no de nuevas cumbres, o de incipientes estrategias europeas, norteamericanas, asiáticas y en definitiva, mundiales. Se debe ir más allá de los debates sobre la situación real del cambio climático y la influencia de este sobre el ser humano. Se necesitan resultados, acciones contundentes e inmediatas.
