Siem Reap (Camboya).- La enorme oferta turística de la urbe de Siem Reap, que florece a rebufo de los templos de Angkor, ha abierto el primer hotel exclusivo para clientes varones, un plan comercial dirigido a captar el auge del llamado "gay".
"En Camboya puedes ir a cualquier hotel con tu pareja pero aquí ofrecemos un ambiente relajado en el que las parejas gay no tengan que ocultar o disimular que son pareja, donde nadie hace preguntas por ir a la habitación con otro hombre", dice Pierre Bompart, uno de los impulsores del establecimiento Mens Resort&Spa.
"Hay otros hoteles que también se promocionan para atraer a turistas gays pero no exclusivos. También puede que hospeden a alguna familia. Luego coinciden todos en la piscina y la situación puede resultar algo incómoda. Para todos. Aquí lo que queremos es que estén cómodos", añade su socio y compañero sentimental, You Sopheara.
La hospedería, cuya restricción del derecho de admisión por género no sólo se limita a los huéspedes sino también a la plantilla, no se distingue mucho de cualquier otro establecimiento de la competencia más allá de una decoración rica en cuadros de desnudos masculinos y de que cada una de sus diez habitaciones apuesta por uno de los colores del Arco Iris, el emblema que internacionalmente identifica al colectivo.
"Quizás la única diferencia es que la apertura de las ventanas de las duchas llega hasta la cintura. Si tuviéramos mujeres como clientes deberíamos haberlas subido hasta la altura del pecho", explica Bompart.
En Camboya, la comunidad homosexual goza de una atmósfera general de tolerancia y varios locales en Siem Reap o la capital, Phnom Penh, lucen sin miedos el emblema multicolor.
"No hay ningún problema y si lo hay es sólo dentro de las familias donde a veces cuesta aceptar que un pariente sea gay", asegura You.
Un ejemplo lo dio el propio primer ministro Hun Sen, quien anunció por sorpresa en 2007 que desheredaba a su hija adoptiva tras descubrir su tendencia lesbiana, aunque aclaró que él personalmente no tenía nada en contra de los homosexuales y pedir a sus compatriotas que evitaran mostrar actitudes homófobas.
"Tenemos clientes camboyanos que vienen al gimnasio, al spa o a la piscina pero que llegan en moto y no se quitan el casco hasta que están dentro por temor a que les reconozcan", admite Bompart.
La misma ubicación del hotel, en un barrio humilde alejado del ajetreo del centro de Siem Reap, es otra muestra.
"Vinimos aquí en primer lugar porque el precio del solar es más barato pero también porque aquí tenemos una intimidad que no tendríamos en el centro", explica el promotor.
Además de Mens, en Siem Reap hay otros quince establecimientos que se promocionan para este colectivo, una oferta cuya consolidación es muy reciente.
"Puede que sí se produzca un crecimiento del turismo gay. Hace cinco años sólo había un hotel que se promocionaba para atraer a parejas homosexuales", opina You.
"No creo que Siem Reap se esté convirtiendo en un destino gay. Sencillamente este es un destino turístico de primera magnitud que atrae a millones de personas, también a los gays", añade Dean Williams, propietario de uno de los bares de copas concurridos por el colectivo gay en la ciudad.
"Lo que hay es una estrategia de marketing para copar este tipo de clientes", agrega Williams. EFE