Gran dolor de haitianos y chilenos

Los habitantes de Haití y Chile han sido víctimas de dos grandes terremotos, el día 12 de febrero y el pasado 2 de marzo. Ambos pueblos están pasando por el gran pesar que se siente cuando se nos va un ser amado.

Cuando se producen hechos naturales como los ocurridos en Haití y Chile, las personas del exterior y las demás naciones envían ayudas económicas y de cualquier índole, pero es imposible recuperar la paz durante mucho tiempo, porque que difícil es imponerse a perder a una persona que siempre estuvo con nosotros; más aún, cuando ocurren situaciones imprevistas como los terremotos de referencia.

El día de la ocurrencia de estos terremotos tiende a dejar una marca ineludible para las personas que estaban separadas, los padres en sus trabajos, los hijos en las escuelas, las madres en los hogares, en fin un gran dolor para todos esos seres humanos que por causas del destino no se encontraban en el mismo lugar y jamás se encontrarán.

Considero que no existe forma de definir la situación de muerte con ausencia de sus seres queridos, pues en términos de sentimientos hay que ubicarse en ese plano, o sea en el lugar de aquellos que han perdido a un familiar de una manera inesperada.

Todas las muertes son tristes y dejan huellas imperecederas, pero no hay algo que duela más y produzca tanta impotencia que aquellas muertes que ocurren sin tu poder darle auxilio al ser querido, sin darle un adiós, o que él te lo digas a ti, porque es lógico, nadie sabe cuando se acerca ese momento.

Es difícil saber que siente un ser humano cuando ha perdido a un ser querido, más difícil es perder a varios, tal y como aconteció en Haití y Chile, lugares en los cuales de familias numerosas, pudo haber quedado sólo uno.

Otra razón que nos hace sentir impotentes es cuando se produce la desaparición o sea, cuando no podemos enterrar o inhumar a nuestros seres, cuando se sabe que están muertos, pero no podemos darle cristiana sepultura. Algo así ha ocurrido en la desgracia haitiana y en cierta medida en Chile, donde los familiares no han podido dar con sus parientes, ya por estar debajo de escombros o grandes murallas o por no ubicar su paradero o destino final.

Lo acontecido en Haití y Chile nos dice que debemos vivir en comunicación permanente con los nuestros, ya que no sabemos el momento en que esto no será posible. Dar amor cuando en realidad podamos, para luego no tener que lamentar el hecho de no haber aprovechado el día a día con nuestros parientes y amigos.

No obstante las ayudas y solidaridad que reciban los sobrevivientes de Haití y Chile después de estas desgracias naturales, una de las cosas que más necesitan es aquella ayuda anímica, mediante la cual los ayuden a tratar de olvidar el gran pesar que se siente cuando se nos va alguien de nuestros seres queridos, es decir, padres, hermanos, hijos, otro familiar y hasta un vecino cercano o un familiar de éste.

Es el tiempo quien se encarga de borrar aquellos recuerdos funestos e inexplicables, que nunca nadie ha podido explicar y que tanto nos afecta cuando nos llega sin estarlos esperando.

Ni los científicos pueden explicar la muerte. Para el vivo se sabe que es dolor, pero el muerto es una especie de incógnita que nadie puede explicar y que nos marca con inmenso sufrimiento.

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