La reapertura del acceso a la ciudadela de Machu Picchu con Susan Sarandon de invitada ha hecho noticia en numerosos medios del exterior. Es un aviso a los turistas del mundo, a ocho semanas del inicio de la temporada alta. Para la industria turística peruana es un suspiro de alivio. Pero el flujo de visitantes va a demorar un poco en recuperarse.
En el 2009 el número de turistas a la ciudadela cayó 5%, por efecto de la crisis mundial y los paros locales. Pero con 823,000 visitantes registrados por Mincetur, Machu Picchu sigue siendo la joya de la corona. Ha casi duplicado su atractivo desde el 2002, y suma más visitantes que todos los demás atractivos turísticos juntos.
Se viene haciendo un enorme esfuerzo por diversificar la oferta turística, con muchas historias de éxito. Los visitantes a Choquequirao en Cusco han pasado de mil a 8,000; los de la Huaca Pucllana en Lima de 12,000 a 65,000. Pero todo está de una forma u otra amarrado al magnetismo de Machu Picchu, la visita indispensable.
A la sombra de este enorme prestigio enriquecedor hay sin embargo historias de precariedad, abuso, temerario descuido. El que las lluvias hayan destruido la única vía de acceso, y que la reapertura haya demorado tanto, ya son indicios de preocupante incuria. Más ahora que el cambio climático promete más lluvias de similar calibre.
Pero si bien el acceso es una bonanza comercial, este constituye en sí mismo un problema. Hay discrepancias sobre cuántos visitantes diarios soporta el escenario de Machu Picchu, pero pocos dudan de que en algún momento pronto se va a llegar a la cifra límite. Para algunos los 2,000 diarios de hoy ya es demasiado. Otros dicen que aguanta hasta 3,000.
Un problema conexo con el anterior es que la fama de la ciudadela complica la promoción de los demás atractivos arqueológicos del Cusco, que se cuentan por miles, muchos de ellos esperando a su primer grupo de turistas. Algo similar sucede con la ruta incaica que lleva del Cusco a Machu Picchu, cada vez más atiborrada de caminantes.
La multiplicación de intereses y autoridades en torno a la ciudadela ha impedido siempre alguna forma de planificación. Un negocio turístico desbocado, el celo administrativo mal entendido y la parcelación feudal de las jurisdicciones mantienen en vilo permanente a esta verdadera gallina de los huevos de oro.
Cada vez más especialistas en medio ambiente, turismo y administración pública están reclamando la designación de una autoridad autónoma para el santuario histórico de Machu Picchu. La importancia, el riesgo y la naturaleza del fenómeno lo ameritan ampliamente. Pues, ¿cuántas veces va a regresar Susan Sarandon a Machu Picchu?