Este jueves 20 de mayo se conmemora un año más de la muerte del prócer de la segunda República, general Gregorio Luperón, quien según el escritor Emilio Santos, es alma y brazo de la Restauración.
Luperón es, junto a Juan Pablo Duarte, el máximo apóstol de la fe patriótica. Luperón nació el 8 de septiembre de 1839, producto de la relación de Nicolasa Luperón y Pedro Castellanos.
El general de la restauración vivió su niñez sumergido en la pobreza extrema, durante su infancia se vio obligado a vender los piñonates que producía su madre, por las calles de su pueblo natal.
El prócer de la Restauración inicio sus estudios en el colegio de la Iglesia Evangélica Dominicana, fundada en 1848, que impartía formación integral a sus alumnos, bajo la dirección de William Towler, a quien se atribuye haber introducido al país el Movimiento Scout.
El historiador Carlos Manuel Finke (Ney), refiriéndose a el general Gregorio Luperón, resume en sus escritos que el prócer del la Restauración, esperaba el receso de los estudiantes para venderles los dulces que preparaba su madre, escuchaba las clases impartidas por Towler, quien impresionado por la inteligencia precoz y el interés por aprender de ambos, lo motivo a integrarse a su clase y lo alfabetizó.
Añade que durante su juventud Gregorio Luperón fue reclutado por Dubocq para trabajar en el corte de madera en una finca que poseía en Jamao al Norte, perteneciente a Gaspar Hernández que para entonces formaba parte del territorio de Puerto Plata, sin imaginarse que sería la futura Primera Espada de la Restauración un joven imberbe.
En ese lugar el Gregorio Luperón dio muestra de don de mando, valentía y adquirió una buena cultura leyendo en la en la biblioteca de su patrón que lo trató como a un hijo.
Hombre patriótico
Debido a su posición frente a la anexión a España, el General Juan Suero ordenó su apresamiento y lo envió a prisión, de la que se escapó y se fue a Loma de Cabrera, donde se unió Santiago Rodríguez, Benito Mención, José Cabrera, Gaspar Polanco y los demás patriotas que encabezaron la lucha en contra de la anexión de la República Dominicana a España.
Dada su valentía en los campos de batallas, en poco tiempo Luperón se convirtió en la figura militar más importante de dicha lucha redentora. Luperón es el prócer dominicano que con su arrojo y su imbatible espada fue el que más contribuyó a la materialización de la Restauración de la República el 3 de marzo de 1865.
Luperón luego de esta epopeya consagró toda su vida a la defensa de la soberanía nacional, amenazada por apátridas que conspiraron en varias ocasiones para enajenar el territorio dominicano a potencias extranjeras erigiéndose en el más fiel guardián y garante de la Segunda República.
Huellas de Luperón en Puerto Plata
Transcurrido más de una centuria de su muerte, su impronta indeleble está presente todavía en su natal Puerto Plata, en obras que sobreviven de su efímero gobierno de 11 meses y siete días, el cual se extendió desde el 6 de octubre de 1879 al 1 de septiembre de 1880; en las instituciones que contribuyó a crear y en las a ideas progresistas que promovió, muchas de las cuales están vigentes en la actualidad.
La grandeza de su trayectoria está determinada por su creencia de que "el amor patrio es virtud", lo que se confirma en su interés por los asuntos públicos, preocupación que lo conducen actuar como guardián permanente de la patria.
Postura que se evidenció en su indeclinable y firme postura anti-imperialista en su defensa al progreso, su aspiración a una patria grande, libre y plenamente soberana.
A 113 años de la muerte del general Gregorio Luperón, la cual se produjo en mayo de 1897, todavía en su pueblo natal de Puerto Plata existen algunas huellas de su vida.
Durante su vida fue un fiero defensor de la soberanía nacional, el ideal antillanista que propugnaba por la unidad en un solo haz de Cuba, Puerto Rico y República Dominicana.
En la provincia de Puerto Plata aún queda huellas de las casas donde vivió y murió, de la escuela donde recibió sus primeras enseñanzas, su actividad masónica en la Logia Restauración No. 11, de la que fue uno de sus fundadores, del mausoleo donde fue sepultado y donde descansó hasta que su cadáver fue exhumado el 13 de agosto y trasladado en una gran apoteosis a la Capilla de los Inmortales del 16 de agosto del año 1926.
Cabe destacar que el 16 de agosto de 1974, con la participación del Presidente de la República que a la sazón dirigía los destinos nacional, el doctor Joaquín Balaguer, los restos de Luperón fueron trasladados en otra gran apoteosis en su honor de la Capilla de los Inmortales al Panteón Nacional, junto con los restauradores Cayetano Rodríguez, Gaspar Polanco, Benito Monción y otros héroes nacionales.
De su efímero gobierno, el cual tuvo como sede a Puerto Plata y funcionó en el desaparecido victoriano Palacio de la Gobernación, el cual estaba ubicado en la calle Separación, entre el Ayuntamiento el Teatro Municipal, donde hoy funciona una sucursal del Banco Hipotecario Dominicano (BHD), quedan los bomberos, el Faro de La Puntilla del malecón y el puente de La Guinea.
Su legado ideológico
El historiador Carlos Manuel Finke (Ney) sitúa al General Gregorio Luperón en la cúspide de la legión de restauradores de la que forman parte Gregorio de Lora, Benito Martínez, Ambrosio Abbott, Juan Pedro Almonte, Jacobo Amarante, Ramón Aracena, Simón Campos, Lorenzo Ciriaco, Tomás Cocco, José Demorizi, Manuel Díaz, José Escarramán, León Escobosa y muchos otros prohombres oriundos de la Novia del Atlántico.
Finke afirma que "Luperón y Francisco J. Peynado, son los principales protagonistas de la conquista de la Primera y la Segunda Repúblicas, por la destacada actuación del primero en la Restauración y el segundo en la lucha librada por los dominicanos para lograr la salida de las tropas interventoras de Estados Unidos, que ocuparon el país desde el 29 de Noviembre de 1916 hasta el 12 de julio de 1924".
A pesar de los vientos iconoclastas que trajo la Era de la Información, el anunciado fin de la historia y de las ideologías, que vislumbró Francis Fukuyama, con la caída en 1989 del muro de Berlín y de los esfuerzos por imponer un relativismo moral irreverente que promueve la erradicación de los héroes y los valores morales, no han podido eliminar la enorme influencia que continúa teniendo el General Gregorio Luperón en los puertoplateños, para quienes continúa siendo su más grande ícono o referente patriótico.
A 113 años de la muerte del prócer de la restauración la familiares del General Gregorio Luperón vive en la extrema pobreza olvidados por los diferentes gobiernos que han manejado el destino de la nación por la cual dio su vida.