La cumbre que se el presidente Leonel Fernández ha promovido por la reconstrucción de Haití, en Punta Cana, con la participación de 54 países no debe quedarse en el vacío y ojala que todo lo acordado en la misma se cumpla al pie de la letra.
Las experiencias que se han vivido, tanto fuera como dentro de la Republica Dominicana, cada vez que ocurren catástrofes naturales como las que se produjeron en el vecino país, nos han enseñado que las autoridades son muy diligentes en enfrentarlas en el momento en que han acontecido, pero al cabo de los años se olvidan de los afectados.
Todavía en todas partes del mundo, incluyendo en nuestro país, tenemos personas damnificadas de terremotos y ciclones, que no han podido superar las condiciones en que quedaron luego del paso de esos fenómenos naturales, que acabaron con el escaso patrimonio de que disponían.
Vale citar algunos casos como el de las familias que todavía permanecen en barrancones en el Barrio la Fuente del Distrito Nacional y en los barrancones de Barahona, frente al local de los Comedores Económicos, donde viven hacinadas desde el paso del huracán David y la Tormenta Federico, a la espera de que alguna autoridad se conduela de ellas y las reubique en lugares dignos donde puedan vivir seres humanos.
Esto en ningún modo significa, que la reconstrucción de Haití, no se pueda dar, ya que todo depende de la voluntad política y humanitaria de que dispongan los dignatarios que han participado en la Cumbre de Punta Cana, quienes luego del compromiso asumido por sus respectivos países decidieron acudir a la misma y ratificar los compromisos contraídos por cada uno de ellos.
En el caso del vecino país, no solamente se trata de un fenómeno que ha destruido a esa nación, sino de que estamos frente a un Estado con el cual las principales potencias del mundo mantienen una deuda social acumulada por muchos años, y que ahora se les brinda la maravillosa oportunidad de cumplir.
No, nos imaginamos que en estos momentos de grandes penurias y retos en que se encuentran los hermanos haitianos, se haya asistido a una cumbre mundial para simplemente hacer anuncios rimbombantes y desfrutar del acogedor ambiente de Punta Cana, y luego no hacer nada por aliviarle la suerte a ese deprimido pueblo, cuando lo que más necesita es de que se pasen de las palabras a los hechos, en la reconstrucción de su territorio devastado.
Han sido cuatro los encuentros promovidos por el presidente Fernández para que los países que han mostrado intenciones de cooperar con la reconstrucción de Haití, se decidan a realizar sus aportes en esa dirección, pero hasta el momento esas aportaciones no se han visto o se han sentido muy poco, a favor de los damnificados del vecino país.
Ojalá que ésta Cumbre de Punta Cana haya servido para sensibilizar o ablandar los corazones de los representantes de los 54 países que participaron en ese encuentro y que acaben de una vez y por todas por iniciar el proceso de reconstrucción de Haití y que los 10 mil millones de dólares que fueron prometidos desembolsar durante 10 años para su levantamiento fluyan sin ninguna dificultad para que los hermanos haitianos al final puedan volver a reír.
Mientras tanto, ha sido a la Republica Dominicana y a su gobierno a quien le ha correspondido, como siempre, seguir cargando con las desgracias que le han tocado al olvidado pueblo haitiano, el cual al igual que la comunidad internacional ha reconocido, ha sido el más sacrificado en la presente coyuntura que vive esa nación.
En definitiva, esperamos que como los que asistieron a esa Cumbre por el Futuro de Haití, son políticos, dejen de pensar y actuar, aunque sea por un momento, como lo que son y se aboquen a cumplir lo que han prometido a favor de ese noble y sufrido país, sobre todo ahora que inició la temporada ciclónica, que amenaza con ser muy activa.
