JOHANNESBURGO.- Alemania expulsó a Inglaterra del Mundial con una goleada que pudo alcanzar ribetes de escándalo en un partido de locos que entrará en la historia de la Copa del Mundo no sólo por su resultado (4-1) sino por el gol clamoroso que el árbitro le negó a Frank Lampard.
Ofensiva a ultranza, derroche físico sin brusquedades (sólo una tarjeta por bando), goles abundantes, alternativas en los dos frentes, cantadas de los porteros, disparos a la madera y, por si fuera poco, un gol de los llamados "fantasmas" salpimentaron un espectáculo apasionante, digno de una final, en Bloemfontain.
El partido, de octavos de final, había levantado una gran expectación entre los aficionados de todo el mundo y una cierta inquietud en la Policía, pero no hubo más guerra que la deportiva sobre el terreno de juego.
Pese a que había anunciado un cambio, Fabio Capello mantuvo el mismo once que el 23 de junio se ganó la clasificación con una victoria sobre Eslovenia, mientras que Joachim Löw recuperó a los lesionados Bastian Schweinsteiger y Jerome Boateng, así como al suspendido Miroslav Klose en la punta.
Alemania arrancó con un aplomo impropio de su juventud, frente a una Inglaterra que se movía a más revoluciones, y tuvo una primera ocasión temprana. Ozil (m.5) recibió un pase perpendicular, ganó la posición a su marcador pero no controló del todo. Su disparo de refilón fue despejado por James.
El susto serenó los ánimos ingleses. Los hombres de Fabio Capello decidieron tomárselo con más calma, moviendo el balón sin recurrir a los pelotazos frontales en busca de Rooney, mientras los alemanes cargaban el juego por la banda derecha con centros de Lahm y Müller en dirección a Klose y Podolski.
Frente a las tres aproximaciones alemanas, Inglaterra tardó 18 minutos en disparar por primera vez a puerta, en un libre directo desde 28 metros que Lampard estrelló en la barrera.
En el 23, Alemania marcó el gol más simple del fútbol. El meta Neuer lanzó la bola a tres cuartos del campo, Klose ganó el forcejeo a Upson y, a media caída dentro del área, alargó la pierna derecha para batir a James en su salida. Su duodécimo tanto en un Mundial le iguala con el mítico Pelé.
El partido se volvió loco. Los dos equipos abandonaron sus precauciones defensivas y entraron en un cuerpo a cuerpo en el que los ingleses llevaron la peor parte. En el m.30 Klose falló solo ante el portero, a continuación Defoe cabeceó al larguero -en fuera de juego- y en el 32 Podolski, entrando sin marcaje desde la izquierda, recogió un balón de Müller y batió por bajo a James.
Parecía sentenciado, pero el encuentro enloqueció todavía más. En el m.37. Gerrard centró al punto de penalti y Upson ganó a los centrales alemanes para batir a Neuer, que salió a destiempo. Un minuto después el equipo arbitral le negó el empate a Inglaterra. El balón, lanzado por Lampard contra el larguero, botó medio metro dentro de la puerta alemana, volvió al travesaño y ya en el segundo bote no rebasó la raya.
Alemania recibía una lejana compensación por el gol fantasma que, 44 años antes, el inglés Geoff Hurst le marcó en la prórroga de la final de 1966, cuando Inglaterra ganó en Wembley su único título.
La primera parte, al cabo de una lucha sin tregua, pudo acabar con un marcador de escándalo, pero los equipos se fueron al descanso con el 2-1 para Alemania.
El larguero volvió a cruzarse en la trayectoria de un balón botado en libre directo por Lampard en el m.52. Milner disparó al cuerpo de Neuer en el 61. Inglaterra se embarcó en una audaz ofensiva. Arriesgó y perdió. Schweinsteiger condujo un contragolpe sirvió a Müller, desmarcado, que fusiló a James en el 70.
La retaguardia inglesa de desmoronó y los ataques germanos llegaban en oleadas ante James. Müller hizo su segundo gol en tres minutos y, ahora sí, con 4-1, el partido quedó visto para sentencia, pese a que Gerrard y Lampard aún pujaron por recortar la diferencia.
Ya lo dijo Gary Lineker: el fútbol es un deporte en el que juegan once contra once y en el que siempre ganan los alemanes.