La coordinadora residente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la República Dominicana, Valérie Julliand, asegura que todavía se requieren más esfuerzos en el país, si se desean alcanzar las metas planteadas para 2015.
En general, para la mayoría de los países del Tercer Mundo los Objetivos del Desarrollo del Milenio resultan inalcanzables, sobre todo en sectores tan sensibles como la salud y la educación, por sólo nombrar algunos.
Hace algún tiempo, un colega convocaba en estas mismas páginas a evitar que “la educación dominicana se convirtiera en un lujo para los pobres”.
Se sabe que “la anhelada calidad educativa”, más que un sueño resulta una necesidad de todos los pueblos de la región. Y si bien es cierto que no existe una estrategia única para lograr esa mejoría, impera la creación de entornos salubres seguros, el tiempo lectivo suficiente y los libros de texto en cantidad adecuada y al alance de todos, unido ello a la presencia de maestros competentes, motivados y con métodos didácticos eficaces, que propicien la no deserción, problema que abate a la sociedad dominicana.
El país tiene que avanzar de prisa para poder cumplir con los Objetivos del Milenio en materia de Educación; y en relación con la Salud, resulta lastimera, e increíblemente cierta, la alta mortalidad materna e infantil existente, aún cuando más del 95% de los partos se realizan en centros asistenciales y se supone que la gestante recibe una atención sistemática durante el embarazo.
Valérie Julliand observa que depende de la voluntad política del Estado el alcance real de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Ya en informes de la UNESCO, la interrogante en torno a la Educación ha sido: ¿Alcanzaremos la meta?”, y se han señalado los riesgos de no cumplir en tan imprescindible área.
Andamos, casi más allá de la mitad de 2010, y nos preguntamos si en los próximos años saldremos de tan infortunada inercia, en este y en otros esenciales renglones de la existencia humana. Carencia de programas gubernamentales a favor de la niñez y condiciones cada vez más crecientes de pobreza, figuran entre los factores que alimentan estos males. Es que, de nada vale crecer por fuera, si no lo hacemos por dentro