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El fin de Papá y Mamá

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Como poeta he venido sosteniendo el criterio de que el “odio” entre los seres humanos no es más que un mecanismo de la naturaleza para mantener separados a aquellos ADN que, desde el punto de vista de la selección natural, resultan peligrosos para la sana evolución de la especie humana.

Entiendo que esa es la razón para que tribus, como la que parieron la “raza” alemana y la francesa se odien tanto, a pesar de que ambas naciones son originaria de una tribu hindú. Igual ocurre con los árabes que, siendo uno mismo, se convirtieron en judíos y musulmanes como una forma para canalizar su “odio” y como una forma para encontrarle una salida a la imposibilidad natural de estar juntos, de seguir reproduciéndose.

El mismo “odio” hace imposible el entendimiento entre rusos y georgianos, entre iraquíes e iraníes…Y para mí ese “odio” es el amor que la naturaleza le tiene a sus especies, tan grande que prefiere una guerra entre hermanos y de esa forma evitar que se reproduzcan locos, que nazcan asesinos natos.

La ciencia ha demostrado cómo se le afecta el cerebro a los hijos de relaciones sexuales genéticamente prohibidas, como son las ocurridas entre hermanos, entre padre e hijos, entre primos con primas… Y como los seres hijos de ese tipo de relación nacen tan anormales y tan propensos a la violencia, la naturaleza, actuando por sí misma, usando sus propias fuerzas, creó ese sentimiento para obligar a los seres humanos a separarnos, a alejarnos unos del otro hasta encontrar nuestra llamada “alma gemela”, que no es más que la compactibilidad entre ADN.

Pero, el capitalismo, con su diabólica forma de obtener ganancias, dividió la Tierra entre naciones y con ellos paralizó el tránsito humano en busca de su “alma gemela”. Y así, la necesidad natural de tránsito fue convertida en mecanismos de ganancias, en un oprobioso sistema de explotación. A partir del nacimiento de los Estados, los humanos sólo pueden viajar si le dejan ganancias a la clase gobernante. Como se han organizado las cosas, los capitalistas ganan, pero la raza humana pierde porque se ha paralizado su natural evolución.

Nos encontramos con el dilema de que la paralización, esto es, la regulación mediante visa y pasaporte del tránsito humano, hace de nuestra especie, cada vez menos evolucionada, cada vez más propensas a ser atacada por las enfermedades y cada vez más dependiente de las drogas. A ello se suma el elemento, como ocurre ya en la mayoría de los países europeos, de que si una mujer se une con alguien más o menos similar a ella, casi siempre debe recurrir al médico para poder salir embarazada: La naturaleza está enviando el aviso de que esa combinación no es de lo mejor, que no debe producirse.

Tenemos dos opciones frente a ese enorme dilema: la primera es reconocer que la especie humana es habitante de la Tierra, no de una nación y, que por lo tanto su derecho al tránsito no puede ser asesinado mediante una ley migratoria porque no hay como recoger en una ley la búsqueda humana de su alma gemela. Así que la mejor solución sería: Un pasaporte, libre transito en la búsqueda del amor.

La segunda, es lo que se ha dado en llamar “el proyecto de Genoma y la recodificación del ADN humano”. De acuerdo con los científicos que trabajan en el mismo, “estamos muy cerca de ver la última generación de seres humanos nacidos en estado natural”, pronto todos serán “alterados”.

Si la clonación es lo contrario de la evolución, es decir, si es un congelamiento de la evolución por la recreación de un ser humano preexistente, tendremos humanos con nuevas habilidades, nuevos lapsos de vida y nuevas capacidades para la guerra y para el amor. ¿La pregunta es si harán seres humanos neoliberales o comunistas?

El proyecto trabaja en dos direcciones: la ingeniería genética cree poder bloquear las enfermedades genéticas y luego alterar la personalidad y la inteligencia. Si así lo hace, habrá acabado con papá y mamá y con toda la emocionalidad que eso implica.

Cuando esto empezó a ser tema de debates, hace diez años, dejé escrita mi visión de poeta en un libro llamado “La Generación Sin Conflictos”, en él, bajo el capítulo de los “Versos de Solano”, dije: “Mientras no seamos capaces de clonar el alma humana estamos protegidos”.

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