Con todo su derecho, el periodista Rafael Núñez, escribió el libro "Figueroa Agosto: El poder del narco".
El anuncio de esta obra y su puesta en circulación desató los demonios dentro del gobierno.
Durante su intervención en la ceremonia donde se daba a conocer la obra, el propio Núñez reveló que "altos funcionarios del gobierno y poderosos intereses fuera del gobierno; los mismos que en vida descalificaban al profesor Juan Bosch, que lo injuriaban y hacían campañas sucias, eran los mismos que por diferentes vías se oponían a que circulara el libro”.
Fue enfático cuando afirmó: “Si no ponía a circular el libro con recursos propios, dejaba en ese momento de ser periodista”. Una confesión valiente, firme y químicamente profesional que resalta el papel que debe jugar un periodista.
Criticado ante de salir, sin ser leído y marcadamente satanizado por los que temen dentro y fuera del gobierno que se conozcan detalles del cártel internacional, cuyo eje central era José Figueroa Agosto, el libro es una realidad, y no una realidad cualquiera, sino una recopilación de documentos oficiales del gobierno de Puerto Rico y del gobierno dominicano. No sólo, sino también testimonios de personas consultadas, y algunas narraciones de damas involucradas en la lujuria, la complicidad y el lavado de dinero del capo boricua.
El libro contiene 8 documentos firmados por Crisanta González de Rodríguez, Juez del Tribunal superior de Puerto Rico, y seis de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), la Secretaria de Interior y Policía (Ministerio); y la presidencia de la República.
Estos documentos oficiales los firman el entonces Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, doctor César Pina Toribio, el doctor Ramón Antonio Vargas, Consultor Jurídico de la DNCD; el Teniente coronel Melido J. Barrios Marte, entre otros.
Contiene además, acta de nacimiento de Figueroa Agosto, fotos de la cárcel de donde escapó de su detención en Puerto Rico, del edificio donde tenía apartamentos en la República Dominicana, vehículos, jeepetas, sus fincas, residencia en Arroyo Hondo habitada por Mary Peláez, fotos del asesinado coronel Amado González y González, contratos de compra y venta de propiedades, una foto donde aparecen Sobeida, Leavy Nin o –Fior Jansen, y Madelin Bernard.
También de Vienesa Cesarina Capellán Pérez (Bianca La Gorda), los asesinados Omar Antigua Polanco, Rubén Soto Hayed, Alex El Pelotero y listados de llamadas.
La peluca que usa Figueroa Agosto en el momento de su detención.
Son documentaciones valiosas, y lo que es más importante, la vinculación internacional de este capo. ”Una vez que logra falsear su identidad y hacerse algunos retoques en su cara con un cirujano dominicano, José David Figueroa Agosto se coloca en condiciones de convertirse en el operador más importante del llamado Cártel de Cali, junto al colombiano Luís Alberto Santacruz Echeverri, hermano de José Santacruz Londoño (muerto a tiros en el año 1996 por policías colombianos). Santacruz Londoño fue el numero tres del Cártel de Cali, que por mucho tiempo dirigieron los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela”, dice Núñez en la página 107 del libro.
Asimismo, pone al descubierto que es Mary Peláez quien suministra la pista de dónde se encontraba Figueroa Agosto.
También, que el abogado y notorio público, doctor Juan Bosco Guerrero, alto dirigente del Partido Revolucionario Dominicano certificó y legalizó un contrato de accionista comprador de Rubén Soto Hayed, Fior Jansen Rodríguez y Madelin Bernard, de la compañía Shalin Investment SA, para la adquisición de terrenos y una villa en Casa de Campo.
Independientemente de la postura del doctor Mario Vinicio Castillo, quien se opuso a la circulación del libro, mientras él sin aportar pruebas documentales afirma que un ex embajador norteamericano protegía a Figueroa Agosto, es un buen libro que va descubriendo el entramado criminal de Figueroa Agosto, las complicidades políticas, militares, policiales y gubernamentales en Puerto Rico y República Dominicana.
Lo único que le faltó a Núñez es ponerle nombres y apellidos a los funcionarios que se opusieron al libro, y los que tienen conexiones con Figueroa Agosto. Ahí sí le faltó algo.
Solamente, me resta decirle a Núñez: Bienvenido al club de periodistas que con valor y coraje combatimos el narcotráfico con un precio muy alto por pagar, incluyendo ser asesinado físicamente o moralmente porque la verdad duele.
Claro que sí Núñez.