El incremento del narcotráfico y los hechos de violencia en la República
Dominicana no son ya noticia. Ni siquiera resulta novedoso pensar que se ha
pasado de “puente” a país “consumidor” y que el incremento de la criminalidad está relacionado directamente con el consumo de drogas.
No hay que olvidar que durante los diez primeros meses del pasado año, el 34% de los asesinatos relacionados en forma directa con la delincuencia tuvieron su origen en el tráfico ilícito de sustancias estupefacientes, tal y como publicaron las fuentes y en este 2010, el saldo es estremecedor.
La Dirección de Control de Drogas (DNCD), ha definido como ineficaz el Código Procesal Penal y considera necesario modificar la legislación y la Ley 50-88, ya que resulta “una herramienta poco útil e ineficaz en la lucha contra el crimen organizado”, tal y como aseveró el mayor general Rolando Rosado Mateo, presidente de dicha institución en el país.
¿Cómo entender el fenómeno criminal que en los tiempos actuales no admite
fronteras? No se salva nadie, dicen los especialistas en el tema: México, Colombia, EE UU, la República Dominicana, son escenarios de continuos hechos delictivos involucrados con el narcotráfico.
El tráfico de drogas se integra a un contorno económico, político, social, de prensa y hasta en la dimensión política internacional que propala los propios sistemas de valores mafiosos.
Para Francesco Forgione, especialista italiano en el tema, autor del libro Ndrangheta. La mafia menos conocida y más peligrosa del planeta, la dimensión global criminal se ramifica país tras país y es prevalentemente financiera. Señala, además, que la globalización ha favorecido este incremento de riquezas a través de los estupefacientes.
Forgione propone: “Rebelarnos ante el poder del narcotráfico” y repite con
fuerzas que: “Esta es una lucha de libertad”. Dominicanas y dominicanos
interpretan muy bien de qué se trata.